sábado, 10 de agosto de 2013

Positivismo en Argentina y Latinoamérica


El auge del Positivismo en Hispanoamérica y en la Argentina se produce exactamente a fines del siglo XIX. Esta falta de sincronía histórica y la asimetría en términos de desarrollo de la estructura económica y social, invierten el significado y la influencia política que el Positivismo tuvo en la Europa de comienzos del siglo XIX. Este trabajo intenta demostrar que las categorías de tiempo y espacio son imprescindibles en la estructuración del discurso político y que cuando se prescinde de ellas se corre el riesgo de extrapolar ideologías sin el sustento de las relaciones sociales y productivas que justificaron su aparición en el escenario original.
En suma nuestra tesis es que mientras el positivismo Comtiano representó en Europa el triunfo del racionalismo fundado en la ciencia experimental como una reacción contra el irracionalismo romántico y como el instrumento intelectual de la nueva burguesía industrial; en Hispanoamérica y Argentina se constituyó en la ideología del orden conservador que se extiende aproximadamente entre 1880 y 1920.

Comte había condensado su credo en dos palabras que incluyó el escudo brasileño : "ORDEN Y PROGRESO'' y definía al progreso como el desarrollo del orden. Mientras en Europa el orden era el naciente capitalismo industrial, en Argentina el orden era la oligarquía semifeudal. Se operaba así un viaje transatlántico de la filosofía y las leyes sin importar al mismo tiempo las relaciones sociales, los métodos de producción, ni la estructura de clases de la sociedad industrial.
América Latina tuvo así matrimonio civil sin máquina a vapor y Estados soberanos organizados según el patrón de John Locke, mientras algunos ciudadanos pasaban sus tardes reduciendo cráneos humanos al tamaño de un puño mediante un interesante proceso de cocción desconocido por los juristas ingleses. Así pudieron redactarse soberbias Constituciones de cuño europeo o norteamericano estableciendo los tres poderes de Montesquieu, en provincias andrajosas erigidas en "Naciones" que hasta carecían de burguesía y cuyos presupuestos apenas alcanzaban para pagar los sueldos de un solo poder, que siempre era el Poder Ejecutivo. Fundado en ello nuestra tesis arriba a una conclusión: los partidarios del positivismo europeo en la Argentina terminaron siendo objetivamente enemigos del desarrollo capitalista en su propio país.

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