La
filosofía positiva como tipo de conocimiento propio del último estado de la
sociedad, se define por oposición a la filosofía negativa y crítica de Rousseau
y Voltaire a la que Comte atribuye los males de la anarquía y la inseguridad
social que caracterizan al período post-revolucionario.
El
término positivo hace referencia a lo real, es decir, lo fenoménico dado al
sujeto. Lo real se opone a todo tipo de esencialismo. desechando la búsqueda de
propiedades ocultas características de los primeros estados.
Lo
positivo tiene como características el ser útil, cierto, preciso, constructivo
y relativo (no relativista) en el sentido de no aceptar ningún absoluto.
Las características esenciales de la filosofía
positivista, aparecen como un rompimiento con la llamada “filosofía
especulativa”, dada en la metafísca y el conocimiento a priori,
y de ahí ahora el nombre de “filosofía positiva”, y en ese sentido, fue un
rompimiento con los sistemas de Kant y Hegel principalmente, y que en mayor o
menor medida o con otras formas, se presentan en todas sus etapas y variantes
son:
1) La ciencia es el único conocimiento posible y el
método de la ciencia es el único válido.
2) El método de la ciencia es puramente
descriptivo concreto, en el sentido de que describe los hechos y muestra las relaciones
constantes entre los hechos que se expresan mediante la leyes y permiten la
previsión, o en el sentido que muestra la génesis evolutiva de los hechos más
complejos partiendo de los más simples.
3) La descripción se fundamenta en el
conocimiento del empirismo materialista.
4) De acuerdo con el empirismo, nada que no
sea sujeto de experimento pertenece al conocimiento científico.
5) El método empírico descriptivo y experimental,
se expresará en términos matemáticos y sistemáticamente mediante el orden
enciclopeédico de lo simple a lo complejo.
La corriente de pensamiento positivista ha sido muy
influyente entre las ciencias, dado que, por un lado, enarbola el estandarte de
la ciencia y el método científico de la modernidad (ese nacido con Galileo y
Kepler, y con Bacon y Descartes), aparentando objetividad en la posición
empírico materialista (como reconocimiento de la existencia de un mundo de los
objeto materiales fuera del pensamiento, y en ese sentido superando la teoría
del conocimiento idealista subjetiva del fenomenalismo); pero, por otro,
reduciendo la posibilidad del conocimiento a la pura descripción de lo
empíricamente dado negando la posibilidad del conocimiento de la esencia, con
lo cual (no obstante las limitaciones y contradicciones), exime así al
científico del vínculo de ese empirismo objetivo materialista con la
dialéctica, liberándolo de ser asociado con la dialéctica materialista y el
marxismo, que tanto terror infunde en el intelectual burgués “oficialista” e
“institucionalista”. No causalmente, dadas las aparentes “proximidades”
del positivismo y la dialéctica materialista, es que desde el llamado
“posmodernismo” (la negación del método científico de la modernidad), en una
supuesta crítica de éste al positivismo, en realidad, en medio de una confusión
que deliberadamente genera, está enfilando su ataque al marxismo.
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