sábado, 10 de agosto de 2013

Positivismo, ciencia y filosofía.


La filosofía positiva como tipo de conocimiento propio del último estado de la sociedad, se define por oposición a la filosofía negativa y crítica de Rousseau y Voltaire a la que Comte atribuye los males de la anarquía y la inseguridad social que caracterizan al período post-revolucionario.

El término positivo hace referencia a lo real, es decir, lo fenoménico dado al sujeto. Lo real se opone a todo tipo de esencialismo. desechando la búsqueda de propiedades ocultas características de los primeros estados.


Lo positivo tiene como características el ser útil, cierto, preciso, constructivo y relativo (no relativista) en el sentido de no aceptar ningún absoluto.


Las características esenciales de la filosofía positivista, aparecen como un rompimiento con la llamada “filosofía especulativa”, dada en la metafísca y el conocimiento a priori, y de ahí ahora el nombre de “filosofía positiva”, y en ese sentido, fue un rompimiento con los sistemas de Kant y Hegel principalmente, y que en mayor o menor medida o con otras formas, se presentan en todas sus etapas y variantes son:
1)  La ciencia es el único conocimiento posible y el método de la ciencia es el único válido.
2)  El método de la ciencia es puramente descriptivo concreto, en el sentido de que describe los hechos y muestra las relaciones constantes entre los hechos que se expresan mediante la leyes y permiten la previsión, o en el sentido que muestra la génesis evolutiva de los hechos más complejos partiendo de los más simples.
3)  La descripción se fundamenta en el conocimiento del empirismo materialista.
4)    De acuerdo con el empirismo, nada que no sea sujeto de experimento pertenece al conocimiento científico.
5)  El método empírico descriptivo y experimental, se expresará en términos matemáticos y sistemáticamente mediante el orden enciclopeédico de lo simple a lo complejo.

La corriente de pensamiento positivista ha sido muy influyente entre las ciencias, dado que, por un lado, enarbola el estandarte de la ciencia y el método científico de la modernidad (ese nacido con Galileo y Kepler, y con Bacon y Descartes), aparentando objetividad en la posición empírico materialista (como reconocimiento de la existencia de un mundo de los objeto materiales fuera del pensamiento, y en ese sentido superando la teoría del conocimiento idealista subjetiva del fenomenalismo); pero, por otro, reduciendo la posibilidad del conocimiento a la pura descripción de lo empíricamente dado negando la posibilidad del conocimiento de la esencia, con lo cual (no obstante las limitaciones y contradicciones), exime así al científico del vínculo de ese empirismo objetivo materialista con la dialéctica, liberándolo de ser asociado con la dialéctica materialista y el marxismo, que tanto terror infunde en el intelectual burgués “oficialista” e “institucionalista”. No causalmente, dadas las aparentes “proximidades” del positivismo y la dialéctica materialista, es que desde el llamado “posmodernismo” (la negación del método científico de la modernidad), en una supuesta crítica de éste al positivismo, en realidad, en medio de una confusión que deliberadamente genera, está enfilando su ataque al marxismo.

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